Fue una tarde de verano,
cuando nuestros labios se encontraron
fue, tan solo un roce, tan solo un
instante.
Labios suaves como el terciopelo, cálidos
y tentadores, como,
si de una exquisita fruta se tratase.
Con el sabor de los buenos vinos, que en su bodega esperan,
para ser probados,
invitando a saborearlos, a recrearse.
“¡Así lo viví, así se me antojaste!”
“¡Ese roce entibio cada vena, acelero
el corazón,
y hasta el tiempo se paró un instante!”
“¡Qué bello momento, mis sentidos
acaricio,
la vida hubiese dado para que ese
roce
se hubiese hecho eterno
No puedo haber más ternura
más cariño
más deseo, ni mayor goce,
que en solo un instante, en ese roce
con tus labios,
no se… realizase !”
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